LA PEQUEÑA CONCHA
Una pequeña concha rosada y blanca flotaba sola en el mar azul. Se preguntaba: "¿Dónde puedo ir? ¿Qué puedo hacer?"
De pronto, una ola la lanzó y la hizo saltar y dar vueltas en el aire.
Rueda, rueda, ras, ras, roncos ruidos rasgarás
Volvió a caer al agua y se quedó flotando. Luego otra ola la cogió y la hizo saltar y dar vueltas en el aire.
Rueda, rueda, ras, ras, roncos ruidos rasgarás
Antes de que la pequeña concha se diera cuenta de si estaba arriba o abajo, una tercera ola enorme la atrapó.
Rueda, rueda, ras, ras, roncos ruidos rasgarás
Y la ola depositó la pequeña concha en la arena seca de una gran playa dorada. Y allí se quedó rosa y blanca, y reluciendo al sol de la mañana. Y se preguntaba: "¿A dónde puedo ir? ¿Qué puedo hacer?"
Mientras tanto una anciana había salido para dar un paseo matutino por la playa. Y, según iba caminando, vio la pequeña concha rosa y blanca y reluciente, la cogió y la observó. "Conozco a una niña a la que le gustaría mucho jugar contigo", dijo, se guardó la concha en el bolsillo y volvió a casa.
Cuando llegó entró de puntillas en la habitación donde su nieta dormía y puso la pequeña concha rosa y blanca y brillante sobre la mesilla de noche que había junto a la cama. Luego fue a la cocina para preparar el desayuno. La pequeña concha se preguntaba: "¿A dónde puedo ir? ¿Qué puedo hacer?"
Cuando la niña se despertó, vio la preciosa concha, la cogió y se puso a jugar. Sirvió de estupenda bandeja para el té de las muñecas. Luego se convirtió en un teléfono para el osito de peluche.
La abuela llamó a la familia para desayunar. La pequeña concha estuvo sobre la mesa mientras la niña tomaba su desayuno. Después del desayuno cogió la concha, salió y jugó en la arena que había delante de casa y jugó y jugó: excavó en la arena, hizo castillos y otras formas en la arena. La abuela se sentó en su silla en el porche para ver cómo jugaba su nieta. La niña le dijo: "Gracias abuela, es un juguete estupendo". La pequeña concha sabía que por fin había encontrado una amiga y un hogar. Sabía que estaba donde tenía que estar y hacía lo que tenía que hacer.
(Little Shell)
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