martes, 4 de abril de 2017

LA FRESA TÍMIDA Y LA FRAMBUESA SILVESTRE

LA FRESA TÍMIDA Y LA FRAMBUESA SILVESTRE

La Fresa Tímida no vino al mundo como una pequeña fresa tímida. Su timidez apareció más tarde, cuando ya había empezado a cambiar de pequeña fresa verde a fresa blanca de tamaño mediano. Entonces se dio cuenta de que las demás fresas de la planta no eran blancas como ella. Lentamente se estaban poniendo de color rosado o rojo.
"Algo no va bien, algo malo me pasa", pensó. Decidió entonces esconderse entre las hojas verdes. La Fresa Tímida no quería que nadie la viera.
Cuanto más tiempo pasaba escondida, más rojas se volvían las otras fresas y ella parecía quedarse más blanca. Por fin llegó el día de recoger la cosecha de fresas. La granjera recorría las hileras de la parcela de fresas, recogiendo las fresas rojas y maduras. Enseguida la cesta estuvo llena a rebosar y la parcela de fresas vacía...
¡Excepto porque todavía quedaba la Fresa Tímida! Todavía estaba escondida entre las hojas verdes, era demasiado tímida para asomarse. Miraba desde su escondite cómo la granjera se llevaba la cesta al cobertizo, dejándola a ella sola en la parcela.
¡Pero no por mucho tiempo! Pasando por encima de la verja en un extremo de la parcela había una rama de frambuesas silvestres. En el extremo de la rama había una frambuesa, la más roja de todo el arbusto. Estaba disfrutando del sol primaveral.
Cada día la rama crecía más y la Frambuesa Silvestre llegaba más y más lejos, hasta la parcela de fresas. Un día se asomó y vio a la Fresa Tímida, todavía escondida bajo una hoja verde. "¡Dios mío!" dijo la Frambuesa Silvestre, "¿Por qué estás escondida debajo de una hoja?"
"Soy demasiado tímida para asomarme, he estado escondida porque no tengo un hermoso abrigo rojo como mis hermanas," susurró la Fresa Tímida. "Pero, ¿es que no sabes que necesitas los dorados rayos del sol para convertirte en una fresa roja y madura?" Y a continuación, con la ayuda de un golpe de viento, empujó la hoja lejos de la fresa blanca y la dejó al sol.
Después de unos días a la luz y al calor del sol primaveral, la Fresa Tímida había cambiado su abrigo blanco y se había transformado en una fresa roja y madura. Enseguida tuvo un color rojo tan intenso como el de la Frambuesa Silvestre, aunque ésta pensaba que el color rojo de la fresa era más intenso. Sin embargo, antes de que tuvieran tiempo de discutir sobre ello, volvió la granjera a buscar un guante que había perdido. Vio a las dos frutas esperando al sol y las recogió.
Aquella noche la Fresa Tímida y la Frambuesa Silvestre decoraron la tarta de cumpleaños de la granjera y todo el mundo estaba de acuerdo en que eran las más hermosas frutas rojas que habían visto nunca.


(Strawberry Shy and Raspberry Wild)

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