martes, 4 de abril de 2017

LA MANZANA ESTRELLA

LA MANZANA ESTRELLA

Érase una vez un niño que estaba aburrido de mirar todos sus libros ilustrados, de todos sus rompecabezas y de todos sus juguetes.
"¿Qué podría hacer?", le preguntó a su mamá.
La madre sabía cosas hermosas que podían hacer los niños pequeños, y le dijo: "Deberías ir de viaje a buscar una casita roja, sin puertas y sin ventanas y con una estrella escondida en su interior".
Los ojos del niño se abrieron de la emoción. "Pero mamá, ¿dónde podría encontrar una casa semejante?"
"Sigue la calle, pasa el granero y sube colina arriba, pero recuerda que cuando la encuentres debes traerla para enseñármela".
Así que el niño salió de casa. Era un hermoso día de otoño, brillaba el sol en un cielo azul y él se sentía feliz porque iba a vivir una aventura. Bajó la calle saltando y cantando para sí mismo. No había ido muy lejos cuando vio al granjero al lado del gran granero marrón, observando sus campos sembrados de trigo y maíz.
"Disculpe, señor granjero", dijo el niño, "¿podría usted decirme dónde puedo encontrar una casita roja, sin puertas y sin ventanas y con una estrella escondida en su interior?"
"Bueno", dijo el granjero, "he vivido aquí un montón de años y no sé nada sobre una casa semejante. Deberías preguntarlo a la abuela. Ella sabe tejer mitones rojos, sabe hacer palomitas caramelizadas. Seguro que la abuela lo sabe".
El niño siguió calle abajo buscando la casa de la abuela. Pronto llegó a donde estaba la abuela en medio de su jardín lleno de hierbas aromáticas y de flores de caléndula.
"Disculpe, abuela", dijo el niño, "¿podría usted decirme dónde puedo encontrar una casita roja, sin puertas y sin ventanas y con una estrella escondida en su interior?"
"¡Oh!", suspiró la abuela. "¡Cuánto me gustaría a mí saber dónde hay una casita así! Podría estar calentita en las noches frías de invierno y la estrella daría una hermosa luz! Deberías preguntarlo al viento, el viento sopla por todas las colinas y los valles, el viento sopla por todas partes, el viento conoce todos los secretos".
Así que el niño continuó su viaje, en busca del viento. Empezó a subir la colina y no había ido muy lejos cuando el viento vino a su encuentro. Sopló una vez sobre su cabeza, y una vez más, y otra más.
"Disculpe, señor viento", dijo el niño, "¿podría usted decirme dónde puedo encontrar una casita roja, sin puertas y sin ventanas y con una estrella escondida en su interior?"
"Bueno", el viento parecía reírse y decir "Sígueme". Sopló hacia lo alto de la colina, donde crecía un manzano. Sopló una vez sobre el árbol, sopló otra vez y una tercera. Y desprendió de la rama una manzana, que fue a caer en la hierba, a la sombra del árbol.
Cuando el niño alcanzó la cima de la colina, se inclinó y recogió la manzana. Era redonda y roja como si el sol la hubiera pintado. No tenía puertas ni ventanas, tenía un pequeño tallo en lo alto que parecía una chimenea.
"Me pregunto..." dijo el niño, y sacó de su bolsillo una navaja y cortó la manzana justo por la mitad. Cuando separó las dos mitades, ¡vio, escondida dentro... una estrella!
"¡Gracias, viento!", dijo el niño.
"¡De nada!", susurró el viento.
Y el niño llevó su casita roja, sin puertas y sin ventanas y con una estrella escondida en su interior, todo el camino de regreso a casa para enseñársela a su madre.


(The Star Apple)

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