martes, 4 de abril de 2017

EL HADA FRANGIPANI

EL HADA FRANGIPANI
(Adaptación de Die Sterntaler, de los hermanos Grimm)

Sucedió una vez, en las llanuras cerca de la costa, que un hada frangipani vagaba sola. Los fríos vientos del otoño la habían llevado lejos de su árbol madre y ahora no tenía ni hogar ni familia cerca. Las únicas ropas que llevaba eran los pétalos rosas y blancos alrededor de la cintura, las hojas verdes sobre los hombros y las hojitas verdes que envolvían cálidamente su cabeza. El único alimento que tenía para comer eran unas frambuesas silvestres que había encontrado por el sendero de arena.
Pero la pequeña hada frangipani no estaba preocupada, ni asustada. Se sentía agradecida por lo que tenía, se sentía protegida y confiaba en que no le faltaría lo necesario.
Mientras vagaba por el sendero buscando un sitio donde comer sus frambuesas, se encontró con un pajarillo que le dijo: "No tengo comida, por favor, dame algo de comer". Sin pensarlo dos veces, la pequeña hada frangipani le dio sus frambuesas y siguió su camino. Luego vio un ratoncillo que le dijo: "No tengo gorro y el viento es muy frío". Así que la pequeña hada frangipani se quitó el gorro que abrigaba su cabeza y se lo dio al ratoncito. Un poco más lejos se encontró con una araña que le dijo: "No tengo cobijo y el viento es muy frío". La pequeña hada frangipani se quitó su capa de hojas y se la dio a la araña para que se hiciera una casita con ella. Luego se encontró con una hormiguita acurrucada en el sendero. La hormiguita le dijo: "No tengo ropas y el viento es muy frío". La pequeña hada frangipani se quitó sus pétalos blancos y rosas y construyó una casita de pétalos para que la hormiguita se metiera dentro.
Ahora ya no le quedaba nada más. Había dado toda su comida y todas sus ropas. Pero no estaba preocupada, ni asustada, sabía que estaba protegida. Siguió su camino y, cuando ya estaba oscureciendo, encontró un lugar para dormir, cerca del sendero, entre las hierbas y las hojas. Mientras dormía, las estrellas del cielo danzaban en círculo sin cesar; estaban tejiendo para ella un vestido de seda brillante. La pequeña hada frangipani se despertó envuelta en seda plateada, y con una cascada dorada cayendo a su alrededor. Al principio pensó que las estrellas, que parecían gotas de oro relucientes, estaban cayendo del cielo.
Pero cuando las gotas caían al suelo vio que eran de oro de verdad. Las recogió y siguió su camino. Desde entonces, a la pequeña hada frangipani no le faltó nada durante el resto de su vida.

(The Frangipani Maiden)

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