martes, 6 de septiembre de 2016

ZODIAKA - CANTOS I - XII

ZODIAKA 
Epopeya metafísica en doce cantos
por Sandra Dermark
Castellón de la Plana, 2009
Republicado en este blog 
ibídem, el día 7 de septiembre del año 2016

CANTO 0
En prosa - a modo de intro
The springtime I wrote (and illustrated part of) Zodiaka: it was 2009, the International Year of Astronomy. Both my Nans and Gramps were still alive and in perfect health, and no laptop could be found on the Spanish ones' desk table. One idle day in my Easter holidays, I was suddenly inspired to write a twelve-canto series or cycle of poems about the Western zodiac as a set of archetypes and a circle of life. The cantos, not named after the signs but Romanly numbered (Canto I, II, III, IV, and so on to Canto XII), were quickly written by hand, left-handed, in the manner of the Middle Ages (I had not discovered the cloud yet), with a blue ballpoint pen on six A4 sheets, one canto right after the other. It was a brainstorm of the highest voltage ever.
The poems were read aloud by mum, Nan, Gramp, and close friends of the Spanish family, to much acclaim, before I brought it to school to be read by my Art teacher and older sister figure, one of my few friends during those stormy teens, Patricia García. She was more pleased with the poems than anyone else, and suggested posting them on the cloud and illustrating them to commemorate the International Year of Astronomy (though the poems dealt with the zodiac signs not as constellations, but as archetypes). My initial proposal for Aquarius was at least a little baroque (in my own ligne claire-animesque style, a cupbearer of ambiguous gender, with steampunk mechanical wings and a third eye, pouring out from the vase a rainbow that became stars of bright colours), and thus, trumped by a fellow Aquarian's proposal of a simple, minimalistic vase. Thankfully, there were no Libras at class, so I was given a second chance at designing a symbol for that sign, an air sign as well. I created a more minimalistic design, which was basically the symbol of Venus made with a taijitu and a crossed sheathed sword and scales, the olive wreath of peace in between both symbols. A more simplistic symbol which united balance, justice, peace, and Venus. This symbol was coloured in soft, bright pastels.
Zodiaka: a Metaphysical Epic in Twelve Cantos would be my first digital literary production.
To commemorate this event, I have hitherto reproduced the poem on my blog, with its original canto division.


CANTO I

La primera chispa se enciende.
Estalla la guerra. 
Primavera roja. 
Él sigue adelante en la vanguardia, 
para que ellos le sigan. 
El valor para seguir adelante, 
en la línea de fuego. 
Voluntad e impulso en las trincheras. 
Rayo carmesí, 
amor agitado, 
individualista convencido y 
consciente de sí mismo, 
de su valía 
y de su empresa. 
Riesgo en la carga. 
Estrella de oficial. 
Equinoccio que da comienzo a 
la Escena Primera 
del Gran Drama de Zodiaka. 

CANTO II

Rosas de Mayo 
en las tranquilas Praderas de la Calma 
que Freiya atiende, firme. 
Lealtad sin condiciones. 
Hojas y pétalos de un verde esperanza 
que conservan el rocío del amor 
y de lo sensual. 
Hojas primaverales de canciones realistas 
de tradición equinoccial. 
Hojas nuevas de aroma de rosa y de vainilla dulce. 
Sensualidad superficial 
y besos de caramelo de fresa. 
Fresa verde y constante.

CANTO III

Ángel y demonio en un mismo pecho. 
Intelecto e impulso en un mismo ser. 
Mariposa voluble que va de flor en flor 
con la primavera tardía. 
Heraldo de las más altas esferas, 
juglar de las canciones más variadas. 
Escolta nuestro al reino de lo metafísico. 
No es el que es. 
Son dos y es uno. 
Descarriado y versátil 
aficionado a todo y a nada 
y traidor de confianza 
que informa con serios juegos de palabras. 
Frodo y Peter Pan en uno. 
Alas del cambio.

CANTO IV

Xana del estanque de los recuerdos, 
rusalka retraída, tímida y cálida, 
kawako amada en una quimera solsticial. 
Descanso del pecho herido del teniente 
y luna nueva 
de una noche mágica de verano. 
Custodia del Santo Grial. 
Primer amor más cercano y alcanzable, 
inicio de un cuento de hadas 
a la orilla de un onsen 
donde la marea sube como las emociones, 
escudo custodio de Zodiaka 
y paraguas de los desvalidos 
discípulos del llorar por nostalgia. 

CANTO V

Resplandor estival 
de oro leal 
de la estirpe estelar de los Sinceros. 
Dignidad, honra y rango 
de la calidez del amor 
y del calor del valor 
de galones de entusiasmo 
y de joyas de lealtad sin condiciones 
que irradian alegría. 
A tí miran los girasoles 
con admiración y aprecio, 
star idolatrado: 
gloria y devoción. 
En tí mismo confías, 
en tu amor confías 
y en tu valía confías 
con un rasgo ingenuo de esplendor. 
Das regalos fogosos y decadentes.

CANTO VI

Pura inocencia 
al final del verano 
y cosecha de recompensas. 
Sencilla e impune, 
consciente de tu deber, 
preocupada por los demás 
y por tí misma, 
esclava remunerada de la realidad. 
Aguantas con humildad 
los abusos de tus superiores y 
no quieres defraudarles, 
rindiendo tu yo. 
Tampoco quieres defraudarte a tí misma. 
Te hemos oído criticándote, regañándote, 
castigándote y llorando airada: 
te quieres a tí misma y 
te desprecias a tí misma: 
no hay sacrificio sin víctima a inmolar.

CANTO VII

Tregua equinoccial. 
Paz en medio de la guerra 
entre luz y oscuridad: 
equilibrio frágil 
hermoso como todas tus obras de arte y
 como todas tus canciones. 
Careces de voluntad 
como la hoja de otoño 
a merced del aire cardinal. 
Tu encanto pone tregua y paz en la guerra. 
Tu encanto combina luz y oscuridad. 
Falta de dirección y decisión: 
siempre llegas con las manos vacías, 
un aria en la tráquea y 
una sonrisa en los labios, que 
te entregó Afrodita Urania. 
Es hermoso el equilibrio de la estética, 
pero es frágil y voluble 
y frívolo 
y carece de sentimientos.

CANTO VIII

Escondes un oscuro secreto 
tras la cascada de tu pecho, 
corriente agitada que el otoño ha helado. 
Todos te desean por tu 
aura de decadencia y misterio, 
pero sólo uno es el objeto de 
tus emociones más tormentosas. 
Eres lealtad, odias la traición 
y odias al traidor de la afrenta. 
No das tregua hasta haberte vengado, 
hasta que haya penetrado 
la daga de tu cólera shakespeareana. 
Conoces el paño de las emociones 
como la palma de tu mano, pero 
en la corriente profunda e inquieta, 
como no sales a coger aire 
hallas tu final 
y tu resurrección: 
la pasión del eros y el tánatos. 

CANTO IX

Impulsivo y audaz, 
transgredes los límites 
disparando saetas de fe, 
de esperanza y de ilustración. 
Tu galope desenfrenado 
anhela la libertad: 
arremetes sin consideración. 
Sincero, la fe ingenua 
es tu estandarte y 
la suerte es tu escolta 
en tu búsqueda de la verdad 
que aúna todas las culturas, 
derrocando todos los límites, 
como piezas de un puzzle estelar 
que sólo tú puedes ver 
y explicarnos para que 
así la comprendamos. 

CANTO X

Solsticio frío y oscuro. 
Consciente de los límites, 
rangos, reglas, deberes y prohibiciones, 
sin bajar la guardia con 
sueños despiertos ni 
flaquezas emocionales, 
asciendes sin tregua ni rendición 
hasta las cumbres nevadas más altas 
de la kafkiana realidad 
que se rige por la jerarquía. 
Y, una vez las has alcanzado, 
te sentirás realizado, 
sin sentir nada, pero con consciencia de que
la escalada valió la pena, al fin y al cabo. 
Y aún asciendes más allá 
sin dejar de ser conformista.


CANTO XI

No eres de aquí. 
Tu lealtad y tu intelecto 
siempre han desconcertado. 
Eres distante, única, libre, 
y tu apariencia cruel, impasible 
e indiferente 
traiciona un ser brillante y colorido 
como el cristal, 
frío, duro y considerado 
como el cristal, 
que teme ser incomprendido 
y evita el rechazo social. 
Y cantas una canción que suena a húngaro 
sobre la libertad y la insurrección. 
Desconoces el amor, 
porque no eres de aquí, pero 
aspiras a ideales más altos, 
más allá de todos los límites 
y de todas las emociones: 
comprensión universal. 
Eres de un cielo distante, 
del mañana que está por venir; 
en la vanguardia de la esperanza

CANTO XII

Todos los límites se desvanecen. 
La razón da paso a las emociones 
y la realidad a la ilusión. 
Todos llevan disfraces y velos 
de traición, fe, o amor universal 
en el océano que se deshiela 
en un carnaval sin condiciones: 
es la Voluble Danza del Sentimiento. 
Todos se pierden y se descarrían. 
Todos se encuentran y se fusionan. 
En las olas del falso Poseidón, 
cae el telón alucinógeno de 
la escena final del acto XII 
del Gran Drama de Zodiaka 
con un ritual de amor. 
La inmediata primavera 
reiniciará la misma función 
como siempre ha sido 
y siempre será en la eternidad.






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