lunes, 6 de mayo de 2019

POEMAS PARA LA REINA DE LAS NIEVES



Ilustraciones del ruso afincado en España Nikolai Troshinsky para la Reina de las Nieves de Andersen, inspiradas en su URSS natal. Parece que Gerda viaje de Leningrado a Siberia y de retorno. Tricromía blanco-negro-rojo.



Sin mentiras


No me mientas, espejo mágico,
pues sé que piedad solo te inspira.
Tuerce tu engaño hacia otro rostro,
deja al mío frente a sus verdades.

Mi cara no sucumbe a la magia ni al hechizo
mi cara solo aguarda
sin saber qué
tal vez
una señal
de algún rostro que se pierde entre las sombras.

No me mientas, espejo,
yo sufriría al romperte en mil estrellas
Si la risa voló junto a mis sueños
y entre máscaras desdibujo ya mi faz
entonces no mientas, espejo
solo déjame aguardar
a que tal vez un día
consiga llegar hasta tu aurora.
Solo
déjame, espejo mágico,
aguardar
hasta el ocaso.

Enrique Pérez Díaz,
Versos al nunca jamás.









Varios efectos del amor


Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.


Lope de Vega



Espejo mágico


Por amor a las verdades
de su espejo, la reina
ya no quiere preguntar,
anda y desanda su pieza,
va inquieta, nunca se atreve
a conocer la verdad...

Teme que un día,
su espejo le diga
"El tiempo pasó, hermosa reina,
y aunque mucho tú lo desees,
ya nada es ni podrá ser igual."

Teme tanto la reina
no poder verse hermosa,
marchito el rostro,
extraviada la sonrisa,
mustios sus ojos
de inquietante mirar.

Y mudo, apagado,
en un silencio tenaz,
su antiguo espejo que,
impávido y distante,
apenas solo consigue
contemplarla sin más. 

No sabes, reina, no imaginas
¡cuánto te ama ese espejo
y cómo aguarda él
la hondura de tus ojos
y el instante soñado de
allí mirarse una vez más!

No sabes, reina fatua,
nunca imaginas, que
por verte sonreír, si
acaso preguntaras,
con todo su amor 
alguna vez te dirá:

"El tiempo pasó, hermosa reina,
mas tú para mí siempre eres
y, eternamente, serás igual".

Enrique Pérez Díaz,
Versos al nunca jamás.




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