NIHIL NOVVM SVB SOLE
La idea de este song me vino de un tal Víctor Manuel. Las vidas cotidianas de los Baratheon de Rocadragón... nada fantástico, nada sobrenatural, sólo Shireen haciendo de las suyas.
El monstruo del armario, Moby Dick, el champú en los ojos, la vacuna del tétanos y la difteria, las dificultades para encajar en clase... hasta el primer amor (Rickon, notch) y la sangre en la ropa de cama; en el momento que Stannis y Selyse finalmente aceptan que la vida ha de seguir su curso.
(Este relato sigue inacabado, pero sólo faltan la mitad del penúltimo y el último capítulo)
https://www.reddit.com/r/asoiaf/comments/35v3qa/spoilers_all_suitors_for_shireen/
TRES VECES S. BARATHEON
Ya antes de que viera la luz del día, ya antes de que mi esposa empezara a tener las primeras arcadas, ya habíamos soñado con ella (aunque no sabíamos si sería él o ella). Un flequillo negro como la medianoche con reflejos azulados, del típico color ala de cuervo Baratheon, con los ojos celestes a juego, pero con los rasgos angulosos, marcados, de una Florent; así la habíamos visto en sueños, durante un año antes de tenerla en brazos. Lo que sí decidimos fue que compartiera nuestra inicial: S. BARATHEON - S. BARATHEON bajo la ranura de las cartas no podía ser mera casualidad, y dicen que todas las cosas buenas van de tres en tres. Si fuera varón, se habría llamado Steffon, como el abuelo paterno al que nunca conocería y, de haber coincidido en la misma realidad, le habría enseñado más de una valiosa lección. "Y si es niña, Shireen: significa 'dulce'", añadió mi Selyse decidida. Al fin y al cabo, las probabilidades de un caso o de otro son iguales a la de que salga cara o cruz. En un principio, pensábamos que nos había salido cruz, con la fiebre y los sarpullidos de la varicela que prendían fuego a su cuerpecillo de tres o cuatro meses; pero era una Baratheon entrevesada de Florent: resistió a pesar del calor y del dolor, consiguiendo así la primera victoria de su corta vida. Y, desde entonces, encima de la ranura se puede leer tres veces S. BARATHEON.
He aquí los momentos que siempre recordaremos; algunos los contará Selyse y otros los contará un servidor, y habrá los que contemos entre los dos, dependiendo de qué experiencias se trate.
CHAMPÚ EN LOS OJOS
En la botella pone "no llores más," pero a Shireen le siguen picando los ojos. "No se tocan ni con los codos", le hemos dicho, y, en respuesta, ella volvió sus coditos hacia dentro e intentó rascarse con ellos. A Shireen le divertía; a mi marido y a mí nos pillaba por sorpresa, sin estar muy seguros de cómo reaccionar. De repente, ella estudia la botella de champú y, al otro lado, escudriña los ingredientes hasta soltar un A-JÁ que hace eco por todo el cuarto de baño. Ella señala un punto de la etiqueta, pegando saltitos para llamar nuestra atención, y exclama: "¡Ácido cítrico! ¿Por qué hay ácido en el champú?" Qué sorpresa...
Por un rato, Stannis se queda pensativo, hasta que se golpea la frente y dice: "Para ajustar el pH. ¿Sabes qué es el pH?"
"¿Qué es el 'peache'?" ella se hace eco de la misma pregunta.
"El 'peache' es lo ácido que es el champú".
"¿Y por qué tiene que ser ácido?"
"Escucha: papá es fiscal, no sabe tanto de ciencias como de derecho. Pregúntaselo a la seño mañana en clase".
La tarde siguiente, al volver a casa, la niña nos sorprendió diciéndonos que la Srta. Mordane no tenía ni idea al respecto. Pero sólo era la punta del iceberg... Aquella noche, Shireen se duchó, como lo haría todos los demás días hasta llegar a la pubertad, con gafas de nadar muy ajustadas; lo que le da, en mangas de bata, unos simpáticos ojos de mapache. Decía que eso impide que se le meta el aclarado en los ojos.
MONSTRUOS A OSCURAS
Muchas criaturas, a la hora de irse a la cama, tienen problemas con supuestos monstruos en lugares oscuros e inquietantes, como debajo del somier y/o en el armario. Shireen estaba convencida, hasta las ocho primaveras, de la existencia de dichos seres. En su cuarto, había dos monstruos del armario y un monstruo de la cama, según los relatos de nuestra hija en persona. Los del armario eran los más temibles; uno tenía forma de fantasmón semiesférico o de pera oscura y tendencias de montar encima de Shireen mientras ella dormía; la otra (era hembra), una especie de cruce entre serpiente alada y cefalópodo tamaño kraken, no se dejaba ver mucho pero dejaba entrever su presencia, que contagiaba a toda la habitación.
Y Shireen tenía una forma muy peculiar de pedir auxilio; despertándonos en la cama con un chillido que siempre por poco echaba por tierra el jarrón de Bohemia, recordando a una banshee o a... el caso es que era una frecuencia muy aguda.
Con el paso de los años, ut supra diximus, ella dejó de creer que había monstruos en su cuarto. De nuevo podíamos pasar las noches en paz; salvo que entonces la pasión entre nosotros se había enfriado, lo cual conllevó la consecuencia de que nuestra Shireen sea, por fortuna, hija única (de haber tenido hermanos, otro gallo cantaría).
CUENTOS DE IRSE A LA CAMA
Aún me acuerdo del día en que una Shireen seisañera me explicó que sabía decir "ballena" en varios idiomas, incluyendo en fiyiano y erromangoano (en ambos idiomas, es algo parecido a "peke nué nué"), además de preguntarme dónde se hablaban estas dos últimas lenguas. Tras responder a su pregunta e indicarle las islas correspondientes en el atlas, le pregunté de dónde había sacado esa información; ella señaló al Moby Dick de Austral de la estantería del salón, que había pasado "por estraperlo" a su cuarto y tenía escondido bajo las sábanas. "Estaba cansada de los cuentos de siempre", dijo, con la sinceridad que emplean los niños pequeños para expresarse. Ya había leído la etimología inicial ("hval", danés; "val", sueco; "hvalur", islandés; "Wal", alemán... hasta llegar al fiyiano y al erromangoano), así como los extractos literarios sobre cetáceos que abren el libro antes de la narrativa en sí ("La ballena es un mamífero sin patas traseras", según el barón Georges Cuvier), pero se perdió a la hora de meterse en la narrativa; "Capítulo Primero, Espejismos: Llamadme Ismael. Hace unos años, no importa cuántos exactamente, teniendo poco dinero o nada en los bolsillos y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un rato por esos mares y ver la parte líquida del mundo..." Y ya se había enredado con tan pequeña letra y tan complicada sintaxis. De modo que un servidor le propuso contarle Moby Dick a su hija de modo que ella lo entendiera:
"Érase una vez un grumete llamado Ismael, un chico que navegaba en un barco llamado el Pequod. El Pequod surcaba los siete mares, arpones en ristre, disparando a las ballenas a diestro y siniestro..."
--¿Y por qué las cazaban, papi? Las ballenas no hacen mal a nadie. Comen gambitas muy pequeñitas...
"Era el siglo diecinueve. Entonces la gente no tenía reparos a la hora de matar a toda clase de animales, ya por diversión, ya para sacar algún dinero de vender sus restos. Las barbas, las costillas, la grasa: toda la ballena se aprovechaba en aquellos días. Los tripulantes del Pequod, en general, cazaban cetáceos para ganar dinero. Pero el capitán tenía en el punto de mira a un cetáceo en particular..."
--¿Moby Dick?
"Sí, Moby Dick, el temible cachalote blanco".
--¿No es el capitán el que se llama Moby Dick?
"El capitán, hija, se llamaba Ahab".
--Ajá. Ajá me parece un nombre raro para una persona. ¿Y por qué quería Ajá cazar a Moby Dick?
"Porque Moby Dick, al defenderse del arpón del capitán, le había arrancado una pierna".
--¿La izquierda o la derecha?
Sabía ya que la niña iba a preguntármelo. "La izquierda. Y por eso quería Ahab matar al cachalote blanco".
--¿Dime, papi... eso no es una venganza?
"Sí, es una venganza. Los marineros cazaban por dinero, pero el capitán buscaba solo a esa presa para vengarse".
--¿Y vengarse no está mal?
De nuevo, su inocencia de niña volvía a dar en el clavo. Hay cosas que los adultos no podemos ver pero que los niños captan en fracciones de segundo.
--Sí, vengarse está mal... por eso, cuando Ahab acabó con Moby Dick, el último coletazo del cachalote hizo naufragar al barco. Y sólo Ismael vivió para contarlo. Todos los demás se hundieron y se ahogaron.
Afloran recuerdos reprimidos durante décadas. De que mis padres nunca volverían de aquel viaje al extranjero con las velas desplegadas. Steffon Baratheon era el capitán Ahab, o Ajá, o como se llame. Ergo, llamadme Ismael. No Stannis, o papá, o el fiscal... llamadme Ismael.
Tragándome los sentimientos como siempre, le doy un beso de buenas noches en cada mejilla y apago la luz. Seguro que mi niña dormirá tan dulce e inocente como siempre. No le importará que el capitán se haya hundido con el barco, como siempre ha sido.
PATITA FEA (¡CUAC!)
Shireen tenía, y aún tiene, la mitad izquierda de la cara más pálida que la derecha, como si estuviera quemada, a consecuencia de la enfermedad que casi se la llevó en la cuna.
"No he hecho amigos", dice apática, tanto en el kínder como en primaria. "Los chicos de clase son como los patitos guapos que se burlan del patito feo", viéndose identificada con el cuento de Andersen.
"¿Y qué era el patito feo en realidad? Cuando volvió la primavera al año siguiente..."
Shireen suspira. "Un cisne, sí. Pero cuesta aguantar que los demás te den la espalda y se metan con una cuando somos pequeños".
Los niños pueden ser crueles y prepotentes, sí. Y que ella ansiara tanto crecer era de esperar. ¿Pero qué ha de hacer una madre con su hija acosada en clase?
Abrazarla, auparla, levantarle los ánimos, proponerle un juego simbólico, como el juego de las compras. Y decirle, tras comprar unas cuantas de sus frutas de madera, que yo también fui una patita fea, con orejotas de soplillo y el talle como un palillo. Pero eso me hizo aplicarme en mis estudios y ser fuerte, así que espero que también Shireen siga esos pasos míos. Y no tenía amigos hasta que conocí a un chico igual que yo, inteligente, serio, retraído, que se hacía el duro... Sí, era el mediano de tres hermanos huérfanos, y también un estudiante muy aplicado. Se sentía igual de solo que yo, nos conocimos a fondo, nos ayudamos el uno al otro en los estudios y contra los abusones...
A Shireen le brillan los ojos. Esa historia no tarda en levantarle el ánimo. Al fin y al cabo, la vida real ofrece retazos a los que los cuentos no tienen nada que envidiar.
LUNES AL SOL
¿Quién no se ha despertado un lunes por la mañana de un humor insoportable? También mi Selyse ha tenido sus momentos, por no hablar de nuestra niña. Al fin y al cabo, para un servidor todas las mañanas son mañanas de lunes.
Pero ahora toca hablaros de Shireen y de cómo pasaba los lunes por la mañana.
Íbamos un lunes de clase a casa, de la mano. La verdad es que echaba de menos el tacto de una mano infantil aferrando la mía de adulto responsable. No pude evitar pensar en Renly y en lo que costaba llevarle una década antes. Siendo huérfanos y estando yo demasiado ocupado con los estudios, consideraba una cruz llevar a mi hermanito a clase hasta que el mocoso se hizo mayorcito. Pero la peor cruz era que quería que conversara con él, y terminaba monopolizando toda la conversación, hablando con esa vocecilla aguda que sólo podía enervarme.
Por fortuna, Shireen es mucho más callada que Renly. Sin embargo, esto es sólo una regla general. Me acuerdo que un lunes... bueno, un lunes se repitió la historia, una década más tarde. Íbamos despacio, porque a pesar de ser lunes yo tenía el día libre... y normalmente era competencia de Selyse acompañarla. Tuve que cargar con todo el peso de la cruz mientras Shireen explicaba entusiasmada que le habían contado el cuento de Blancanieves en clase y lo habían escenificado con marionetas. Con una vocecilla aguda que me sonaba muy familiar...
La verdad es que muy rara vez le toca a mi esposo, para variar. Suele ser una servidora quien acompaña a Shireen a clase, y acostumbrarse a su forma de hablar no es nada difícil si nos conocemos como madre e hija. Es encantadora todo el rato.
EL PINCHAZO
Dos veces se vacunó Shireen, como todas las criaturas, contra el tétanos: a las seis y a las catorce primaveras. Fue poco después de que le contaran Moby Dick en la cama, cuando estaba en primero de Primaria, que oyó decir en clase que aquella semana vendría una enfermera para darles el pinchazo.
Y fue entonces cuando, a base de poner esa carita adorable y llorar y estirar de mangas, nos convenció para que le hiciéramos de carabinas. No soy muy amigo de los niños pequeños en general (Shireen es harina de otro costal; ídem Renly antes de que le despuntaran las hormonas), pero las damas de casa eran dos contra uno y, por ende, tuve que ceder; además, se había aplazado el proceso legal que coincidía casualmente con la vacunación de aquella clase de 1º. Además, sería una buena oportunidad para ver como eran esos compañeros que daban a la niña de lado y no podían hacerse amigos de ella... qué venía a cuento y qué era verdad en las historias que nos contaba cada tarde.
En fin, que llegó el gran día y estaban todos los niños de seis haciendo cola ante la sala donde estaba la enfermera. Shireen nos había pedido que la acompañáramos hasta dentro de la consulta de la enfermera. Un par de gallitos varones que hacían cola detrás de nosotros ahuecaron los brazos a modo de alas y cacarearon como gallinas. En respuesta, Shireen me tiró de la manga derecha y no supe cómo reaccionar. ¡La cara que puse, según mi Selyse! Bueno, será mejor pasarle el testigo a ella y que complete el relato.
Como Stannis os decía, puso una cara tan graciosa... la verdad es que no tiene mano izquierda para tratar con niños y esta situación le pilló desprevenido. Fue una servidora la que encaró a los abusones lanzándoles una mirada glacial, penetrante, sin palabras. Lo que sea por mi hijita. Ellos volvieron a ponerse a la cola, sin atreverse a volver a mirarnos.
Y al final nos tocó el turno, o más bien le tocó a ella. La enfermera se sorprendió al ver que acompañábamos a la niña... pero pronto lo entendió en cuanto le cogió el antebrazo izquierdo para introducir la aguja. En efecto, ver a Shireen debatirse para que no le pincharan...
"¡¡ANESTESIA!! ¡¡ANESTESIA, POR FAVOR!!"
No sabemos si era por la forma en que suena su aguda vocecilla cuando la alza o por el hecho de que ella, siempre tan serena, estaba teniendo una rabieta. Me acordé que de niña tenía la misma reacción a las inyecciones y la misma vena teatrera que me llevó a actuar en las obras del cole (aunque siempre eran papeles secundarios de cierta importancia: la muchacha bandolera en La Reina de las Nieves, una pastora en el belén viviente, el ama de cría de Julieta ya en sexto o Emilia en Otelo con el último fin de curso de mi paso por el instituto).
"Le ha salido a alguien que conocemos muy bien", comentó Stannis con la misma expresión de siempre.
"Sí, a una exagerada de las que lloran como magdalenas empapadas en café por un rasguño cualquiera..." Le guiñé un ojo mientras veíamos a nuestra hija corretear chillando y pegando saltitos. Se asía el antebrazo izquierdo y lloraba y se desesperaba por una única gota de sangre, pero todo se le pasó en cuanto la enfermera le secó las lágrimas y le puso una tirita para restañar el flujo.
"Has sido una niña muy valiente". Ya había oído en mi vida esa frase a diestro y siniestro, especialmente en estas circunstancias. En cuanto le dieron la consabida piruleta en forma de corazón, sin embargo, Shireen nos sorprendió con esta inesperada respuesta:
"¿No me van a condecorar?"
A condecorar... y todos riéndose menos mi cara mitad, a quien oí murmurar por lo bajinis algo de enterrar la cabeza antes de preguntarle a la enfermera por el excusado de caballeros y, tras darle las gracias, dirigirse allí sin detenerse. ¡Las caras de los colegiales varones al ver a un fiscal trajeado entre ellos, usando el mismo urinario! La verdad es que aquella ensoñación, y el hecho de que la enfermera, señalando a la tirita, le dijera a nuestra niña que ya estaba condecorada, me mantuvieron de buen humor hasta que Stannis regresó a la enfermería y nos despedimos de ellas.
Aquella tarde, Shireen nos dijo que, según Rickon Stark, habían visto a un señor muy alto y bien vestido que se parecía a ella usando el cuarto de los chicos...
Déjame terminar a mí, Selyse. La verdad es que era por pura vergüenza que decidí ir a hacer lo que uno tiene que hacer, poniendo el grifo de fondo para facilitar la tarea. Había salido de Málaga para dar de lleno en Malagón, como dicen. No pude evitar abrocharme e irme de vuelta a la enfermería, sin secarme las partes nobles, al ver que había bastantes chicuelos esperando a hacer lo mismo...
¿HAS BESADO A OTROS?
El primer beso de un desconocido (de fuera de la familia), nuestra niña lo recibió antes de cumplir su tercer lustro.
Pero antes del beso ya había notado que estaba cambiando. Una mañana cualquiera de aquel año, al despertarse, pudo ver una gran mancha de sangre en su ropa de cama.
Aquella misma mañana al desayunar, puso delante suyo la enciclopedia de ciencias de la salud y la consultaba a la par que se llenaba de leche con campurrianas.
De pronto, los ojos se le dilataron, cerró el libro de golpe y, tras tragarse unas campurrianas con un buen trago de leche, nos pilló por sorpresa.
--¡HE PUESTO UN HUEVO!
Silencio total. Nos miramos, los dos esposos, el uno a otro.
--¿Lo queréis ver en mi cuarto?
Un poco preocupados y un poco intrigados, no pudimos decirle que no.
--Tiene forma de mancha de sangre... los huevos de humana son tan pequeños como puntas de alfiler, y siempre salen acompañados de mucha sangre, una vez al mes. --Al decir esas palabras mientras nos guiaba, pude ver que Stannis había cambiado de expresión una de las muy raras veces que lo hacía. Me acordé de mi propia primera vez, cuando aún me apellidaba Florent y me despuntaban las curvas. Como la única niña en una casa llena de testosterona --hija de padre divorciado, con dos hermanos varones--, mi caso fue aún mucho más difícil, pillando a los demás por sorpresa. Fue una época muy incómoda, de hacerme preguntas que siempre llevaban a otras preguntas... pero yo no quería incomodar a nadie y, siempre tan retraída, me tragaba todas aquellas preguntas.
Quitamos la ropa de cama ensangrentada para lavarla. "Es normal", le dije. "A tu edad, yo también puse el primero. Ya eres una chica joven, estás cambiando..."
Fue en primavera de aquel año, por abril, cuando le dieron el beso de marras.
...
IGUAL LLEGA QUE SE VA
... (Rickon y Shireen adultos forman pareja -ella vuela del nido-)
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