jueves, 13 de mayo de 2021

DOS DE CRONOPIOS Y SUS TRADUCCIONES

 

Alegría del cronopio

Encuentro de un cronopio y un fama en la liquidación de la tienda La Mondiale.
-Buenas tardes, fama. Tregua catala espera. 
-Cronopio cronopio? 
-Cronopio cronopio. 
-Hilo? 
-Dos, pero uno azul.
El fama considera al cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.
-Afuera llueve- dice el cronopio. Todo el cielo. -No te preocupes- dice el fama. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.
Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los hilos -uno azul- y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.
 (Julio Cortázar)

Costumbres de los famas

Sucedió que un fama bailaba tregua y bailaba catala delante de un almacén lleno de cronopios y esperanzas. Las más irritadas eran las esperanzas porque buscan siempre que los famas no bailen tregua ni catala sino espera, que es el baile que conocen los cronopios y las esperanzas.

Los famas se sitúan a propósito delante de los almacenes, y esta vez el fama bailaba tregua y bailaba catala para molestar a las esperanzas. Una de las esperanzas dejó en el suelo su pez flauta -pues las esperanzas, como el Rey del Mar, están siempre asistidas de peces flauta- salió a inprecar al fama, diciéndole así:
-Fama no bailes tregua ni catala delante de este almacén.

El fama seguía bailando y se reía.
La esperanza llamó a otras esperanzas, y los cronopios formaron corro para ver lo que pasaría.
-Fama -dijeron las esperanzas-. No bailes tregua ni catala delante de este almacén.
Pero el fama bailaba y se reía, para menoscabar a las esperanzas.

Entonces las esperanzas se arrojaron sobre el fama y lo lastimaron. Lo dejaron caído al lado de un palenque, y el fama se quejaba, envuelto en sangre y su tristeza.
Los cronopios vinieron furtivamente, esos objetos verdes y húmedos. Rodeaban al fama y lo compadecían, diciendole así:

-Cronopio cronopio cronopio.

Y el fama comprendía, y su soledad era menos amarga.
 (Julio Cortázar)


TALES OF CHRONOPES AND FAMES
By Julio Cortázar
Englished by Sandra Dermark

CHRONOPE JOY
Chronope meets fame at Marks & Spencer sale.
"Good evening fame. Truce, katala, expect."
"Chronope chronope?"
"Chronope chronope."
"Thread?"
"Two reels. A blue one."
The fame considers the chronope. He will never speak until he knows he's got the right words, fearing that hopes, always on the lookout, will not glide though the air (those shiny little bugs!) and invade the chronope's kind heart due to a word spoken wrong.
"Rainy outside," the chronope says. "All of the sky."
"Don't worry," the fame replies. "We'll leave in my car. To protect those reels of thread."
And he stares into the air, but there's not a hope in sight, and he sighs in relief. He likes, as well, to observe the heartwarming joy of the chronope, who presses the reels of thread (a blue one) to his chest and expects impatiently that the fame will invite him into his car.

CUSTOMS OF THE FAMES
It once happened that a fame danced the truce dance and the katala dance in front of a store full of chronopes and hopes. Most ticked off were the hopes, since they always expect fames not to dance the truce dance or the katala dance but the expect dance, the only one known to chronopes and hopes. Fames stand in front of stores on purpose, and this particular fame was dancing the truce dance and the katala dance to annoy the hopes. One of the hopes left her flutefish on the floor (hopes, just like King Neptune, are always aided by flutefish) and came forth to scold the fame, addressing him like this:
"Fame, do not dance the truce dance or the katala dance in front of this store."
The fame kept on dancing and laughing. The hope called for the other hopes, while the chronopes flocked around to see what the outcome of it all would be.
"Fame," all the hopes said, "do not dance the truce dance or the katala dance in front of this store."
But the fame kept on laughing and dancing still to disturb the hopes. Then the hopes struck the fame down and injured him. They left the fallen fame by a fence, and the fame complained, clad in his own blood and sorrow.
The chronopes stole closer guiltily, those humid green beings. They flocked around the fame and warmed his heart addressing him like this:
"Chronope chronope chronope..."
The fame understood, and his loneliness felt easier.

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