Puesta de sol en Bohuslän
Me acuerdo de cuando era pequeña, todos aquellos veranos en la costa oeste de Suecia. Islotes graníticos, pelados y grises, y cielos plomizos llenos de lluvia. Y un sol veraniego mucho más suave que el de Benicasim, más fresco, hundiéndose en el mar, entre aquellos austeros y grises islotes, mientras saboreo un Cornetto, y el mar dorado antes de volver a casa de la abuela cuando empieza a hacer oscuro. Esas tardes no volverán. El Cornetto, la abuela ya no existe y hace años que no piso Bohuslän.
Gracias a vosotros...
Estuvisteis allí cuando nací, en aquella clínica, hace más de treinta y tres veranos.
Me hicisteis el mejor fricasé de pollo, que no podía ser más meloso.
Me comprasteis el curso de Magic English, sin el cual no habría podido hacer la carrera de Traducción.
Me contasteis los mejores cuentos todas las tardes.
Estuvisteis a mi lado cada vez que estaba enferma.
José, Ana, hace más de una década que os fuisteis, pero no sería nada sin todo lo que me hicisteis.
Con todo mi amor,
Vuestra nietecita.
