EL PODER DE UNA CANCIÓN
un song Jaimienne para el proyecto #CuantoPudoHaberSido
A través de las ventanas escarchadas del hostal, veo caer la nieve en la hierba muerta. Copos prístinos y suaves descienden uno tras otro describiendo espirales. En Tarth, mi isla natal, nunca hay inviernos blancos. Pero sí hay tormentas eléctricas, como la que describe la canción del hilo musical al ritmo de la cual caen los copos uno tras otros:
I remember
how the darkness doubled
I recall
Lightning struck itself
I was listening
listening to the rain
I was hearing
hearing something else
Estaba escuchando la lluvia y oyendo algo completamente diferente cuando la oscuridad cayó sobre mí. La lluvia contra las ventanas y la frase "me han dado un positivo." Renly Baratheon tenía los días contados, e iba a apurar lo que le quedaba de vida a sorbos y a tragos. Tras hablar de su positivo, abrazó a Loras Tyrell con todas sus fuerzas, los dos entrelazados mientras les observaba. No podía forzar a quien amaba a corresponderme; de su lado era simple amistad y si prefería los besos y los piropos de otro chico, yo no iba a impedírselo porque este es un mundo libre. Sería una transfusión lo que hizo que el hilo de su vida empezara a deshilacharse a los veintitantos. Es una suerte que no esté sonando nada de Queen - el grupo por el que Renly cambió a Village People y a Mónica Naranjo cuando empezó su dificultad para respirar. En particular escuchaba mucho "Show Must Go On," mientras fuera llovía sobre los parterres de Altojardín y Loras le prometía que no traicionaría su memoria, también para que no pudiera contagiar a otros. Si yo fuera un Étienne en vez de una Brienne, nunca desafiaría aquel juramento. Los ojos de Renly, como los míos, del color azul del curaçao. Es una suerte que no tengamos ni música de Queen ni ese licor azul a mano. Pensar en ellos, en el dolor de perder a un ser tan querido, me hace llevarme la absenta a los labios. Frida decía que ahogar las penas no vale, porque les crecen alas y aprenden a volar. El licor de los poetas muertos, tan verde verde verde como tus ojos... Tu voz con ese acento y ese tono de tenor heroico (no lírico como los de Renly y Loras). Las luces del cuarto tan verdes como la absenta que apuramos y como tus iris... La absenta me duerme la boca y la garganta y crea un calor dentro del pecho a la altura del corazón...
Soy el invierno contra tu primavera. Tú más joven e inocente y con menos experiencia. Y yo un exoficial apuesto y atractivo bajo la capa de mugre y la barba de tres días que me dan cara de guerrillero, con el brazo derecho inerte como el de un muñeco de trapo. Aún estoy pálido tras la amputación a la altura del codo que me ha vuelto zurdo a la fuerza, a mí que era zurdo de nacimiento hasta que mi señor padre y mis maestros me ataron ese brazo a la espalda porque "un señorito de tal rango no ha de inclinarse a la izquierda". Envidiaba a mi gemela, mi otra mitad, porque Cersei misma era diestra y no necesitaba esa tortura. Y ahora fijo que mi augusta familia me ha dado a mí, el heredero varón, por muerto tras desaparecer en combate.
The kiss of death, the embrace of life
Ooh, there I stand 'neath the Marquee Moon
Hesitating
Con mi mano diestra han desaparecido mi pasado, mi patria y mi bandera; ya no tengo señor padre ni señora hermana ni apellido; he dejado de ser un Lannister, mi viejo ser ha muerto con la amputación. Este guerrillero manco y zurdo es Jaime a secas. Cuando la fiebre con su sed y su taquicardia se apoderaron de mí, al dolerme la diestra fantasma inexistente (de hecho, a veces siento una puñalada aún), al mirarme en el espejo y pienso en que he roto con el pasado completamente, fue el beso de la muerte. Cuando descubro constelaciones en las pecas de tus mejillas, luminarias en tus ojos azules como la nieve ahora en la tarde, un tono solemne en tu voz de contralto, es el abrazo de la vida. Observo cómo el azucarillo se deshace en agua y absenta, llenando de galaxias un licor tan verde como mis ojos (intento no pensar en los iris de mis seres queridos) antes de que pase desde el vaso al pecho.
El beso de la muerte fue antes de perder a Renly, cuando le oí hablar de su positivo entre el repiqueteo de la lluvia contra los cristales. El abrazo de la vida viene ahora, el color de tus ojos es el de la absenta que sorbo y el de las luces del techo, tu brazo derecho en la manga vacía colgando como el de un muñeco de trapo y viendo que, a pesar de que bebes estando convaleciente, sigues fuera de peligro. No te importa nada empinar el codo porque has sufrido mucho más que una servidora.
Todo mi mundo se está volviendo verde verde verde, el licor de absenta que estoy apurando y las luces en el techo de este local y tus ojos que brillan como el trago de anís y ajenjo que ahora te llevas a los labios bajo unos reflectores que hacen aparecer reflejos de peridoto en el oro de tus cabellos y en las estrellas de coronel del cuello y las charreteras de tu uniforme. Je ne sais quoi tiene esta escena y me parece que es la suma de todos estos factores, más el poder de la letra de la canción que suena de fondo:
I was listening
listening to the rain
I was hearing
hearing something else
Ya he echado mi suerte al respecto sobre lo que sucedería esa noche, lo que haría una servidora por ti. Y eso que no tengo planes más allá de esta cena; es un misterio que la oscuridad guarda en su seno envuelto como un regalo sorpresa en negro y azul Prusia tachonado de estrellas y de galaxias, pero con un reflejo verde absenta inconfundible. Dejas el chupito vacío sobre la mesa, después de que te haya visto moverse la tráquea a la par que lo apurabas de un trago largo. "La absenta se sube a la cabeza," pienso mientras tus ojos se llenan de destellos verdes, de lágrimas que intentas reprimir.
Los hombres no lloran, ni ebrios ni sobrios, ni despiertos ni en sueños. Aún así mi patosa siniestra coge la servilleta y me seca a duras penas las lágrimas que la intensidad del trago ha despertado. Puede que haya perdido mi pasado y mi identidad, y tenga que reinventarme, pero mi dignidad es intocable. Lo único que me queda de mis viejas raíces son unos treinta euros que recibí el día de la despedida, por caridad, y no van a durar mucho. Treinta piezas de dinero siempre han sido el precio de la traición, y el sino sí que me ha apuñalado por la espalda úlitmamente - no puedo mantener ahorrando esa suma todo el rato, ya que podrían robármela. Puestos a perder la cabeza con las revoluciones de la vida, como si mi herida siguiera infectada y yo en shock séptico, como si fuera mi último día en la Tierra, nuestro último día de vida (ya estés viva o muerta). ¿Camarero? Otra absenta, la paga ella, la rubia alta y pecosa desgarbada con el vestido rosa de volantes que parece una peonía, pero también un botellín de Moët Chandon, a la señorita la invita monsieur, y escancie usted la mitad en su copa y la mitad en la mía. Champán del más valioso sobre la absenta, y nuestras cabezas se irán volando como globos de colores (uno verde y otro celeste) por el oscuro cielo nocturno y tal vez hasta al espacio sideral.
Apenas ha llegado el camarero trajeado cual pingüino con el botellín de champán, y apenas me he recuperado de tu comentario inter pócula sobre mi vestido, tu mano izquierda arrebata el valioso Moët a la par que le entregas un billete azul y otro rojo al camarero y le susurras algo sobre el frasco de absenta. De repente, noto algo entre mis callosos dedos y, al mirarlo, veo que se trata de un botellín verde oscuro, a una nueva luz bajo reflectores verdes, con la parte de arriba recubierta de pan de oro con destellos verdosos - ¡igual que tu pelo! Y escucho al oído, sobre las notas del hilo musical, una voz de tenor familiar que me pregunta: ¿Harías los honores de descorchar y de escanciar?
Nunca antes he descorchado una botella de champán y menos de un viñedo tan caro, siendo de clase media, pero para todo hay una primera vez. Qualsevol nit pot sortir el sol, y es probable que sea esta la última velada de mis días de vino y rosas antes de que lleguen la resaca y las espinas. Tú ya te has echado al coleto la experiencia que yo estoy absorbiendo entre licores y canciones vintage. Arranco con toda la suavidad que puedo el papel dorado y giro el alambre que mantiene el corcho en su lugar: se deja desprender muy fácilmente. Ahora viene lo complicado, disparar el cañón de corcho. Con la mano izquierda en torno al cuello del botellín y la derecha sacando el corcho; ya veo que él ya no posee esta capacidad y por eso me ha confiado una tarea tan honrosa y aún así tan complicada. De repente... ¡¡POP!! El tapón te golpea en la frente y el géiser de líquido espumoso te entra en la boca abierta de sorpresa. Si ya la absenta se sube a la cabeza, acabo de coronar tu embriaguez con este Moët, aunque por accidente. Mirando que aún queda la mitad del champán, escancio en mi propia copa justo cuando el camarero vuelve con el frasco de absenta. De fondo, te oigo tragar a la par que el champán se vierte en mi copa y suena de fondo:
And I ask him how he don't go mad
He said, "look here, junior, don't you be so happy,
and for heaven's sake, don't you be so sad"
El champán ingerido por accidente me cosquillea el interior de la boca, la garganta, por detrás del corazón. Ya falta poco para que yo pierda el norte por completo. Tenía pensado brindar contigo por esta velada y por nuestro encuentro, pero el brindis nos ha salido magníficamente rana. Levantas tu copa en solitario, esperando que yo brinde con la copa vacía, y las entrechocamos, brindando por nuestro último día con tu voz de contralto, aunque yo no dé más que un sorbo de aire. La espuma del champán multiplica las constelaciones de pecas de tu rostro, y los destellos de tus ojos azules como lagos en pleno verano: me pregunto si la cara de una persona puede contener todo el universo.
Y me echo a reír. La risa brota de mi interior sin filtros, espoleada hacia afuera por las burbujas del trago apurado. Siento cómo toda esa espuma asciende desde mis entrañas de vuelta, hasta la misma coronilla. Tal vez me esté saliendo un halo. Siento el brazo izquierdo tan inexistente como el derecho. De repente, no puedo contenerme, es como si una fuerza mayor estuviera moviendo mis hilos a la par que mi única mano busca debajo de los volantes rosados y esponjosos de tu falda.
Está rojo como una langosta, y claramente privado de todas sus inhibiciones. Si no tuviera esos ojos verde absenta como extraterrestres de ciencia ficción mirándome tan fijamente, y si no estuviéramos en un local público, le atizaría la mano. Pero se lo dejo hacer, a la par que un cosquilleo inesperado recorre mi espina dorsal y siento un calor dentro del pecho que no se debe al champán que estoy sorbiendo meticulosamente ni a la absenta a la que el espumante se une dentro de mí. Es una sensación que ni siquiera Renly Baratheon pudo haberme despertado.
Jaime Lannister... ¿me traicionarías por el precio de esta velada?
Nunca. Lo digo con la mano siniestra, a falta de la diestra, sobre el corazón, que siento que le crecen alas. Aún no se me ha nublado la vista, pero ya empiezo a entrar en calor y nunca me he sentido tan feliz, ni siquiera con Cersei chupándome la piruleta. Y tú, Brienne de Tarth... ¿antes de cantar los gallos, me negarías tres veces?
Yo tampoco. Mi gesto de la mano en el corazón refleja el suyo como un espejo, izquierda frente a derecha. Miro en torno a mí: están los Bolton, marido y mujer, el chavo ese de la perilla... cuento y veo que somos trece en torno a la misma mesa.
¡Pues anda que somos trece! Lo cual significa que pronto uno de nosotros morirá por los pecados de todos los demás.
And I ask him how he don't go mad
He said, "look here, junior, don't you be so happy,
and for heaven's sake, don't you be so sad"
Al fin entiendo que no hay que alegrarse ni entristecerse en exceso...
... e intento entrar en razón antes de que la embriaguez me la arrebate por completo.
The kiss of death, the embrace of life
Es por tu voz de contralto y tus ojos de lago, por tu rostro cargado de constelaciones y por el champán que me has disparado y que me ha hecho perder la cabeza aún sin querer, y por la melodía de esta canción... que esta noche de lunes y 12 a martes y 13, moriría encantado por tus pecados. Róbame el beso de la muerte.
Es por tu voz de tenor y tus ojos de peridoto, por la absenta que hemos ingerido que es del mismo color que esos iris e igual de embriagadora, por tus rizos de oro viejo y por la letra de esta canción... que esta noche de lunes y 12 a martes y 13, sería un honor morir por tus ofensas. Envuélveme en el abrazo de la vida.