miércoles, 11 de diciembre de 2019

ADVIENTO - El gatito miedoso

El gatito miedoso


Había una vez un gatito llamado Nino que le tenía miedo a la oscuridad. Era juguetón, amistoso y sobre todo le gustaba mucho la carne, por eso siempre soñaba con cazar y comer un manjar de ratas.

Una noche mientras su dueña la señora Rita veía la tele, el gato Nino se paseaba tranquilamente por el salón de la casa. Momentos después la señora Rita apagó la tele y acercándose a su gato le dijo:

_ ¡Dulces sueños gatito Nino!

Luego la señora Rita apagó la luz y se fue a la cama. El gato Nino en medio de la oscuridad comenzó a mirar para todos los lados y de repente alcanzó a ver tres figuras blancas que se movían encima de una mesa y corrió hasta esconderse debajo del sofá pensando que estaba viendo a tres fantasmas.

En ese instante los tres fantasmas empezaron a moverse con piruetas y saltos sobre la punta de sus pies. Luego saltaron de la mesa y realizando movimientos de derecha a izquierda se iban acercando cada vez más al sofá. El gato Nino ahí debajo escondido sintió tanto miedo que sacó sus uñas intentando clavarlas en el suelo de madera para sentirse más seguro.

Por momentos dejaba de respirar para que los tres fantasmas no lo detectaran pero no pudo aguantar más la respiración y se le escapó un maullido. La señora Rita al escucharlo se levantó de la cama, fue al salón y encendió la luz.

En ese mismo momento el gato Nino descubrió que los tres fantasmas eran tres simples ratas blancas que practicaban su ballet del Cascanueces y comenzó a correr detrás de ellas intentando atraparlas para comérselas y hacer realidad su sueño, pero las ratas fueron muy rápidas y se escondieron en un agujero de la casa.

El gato Nino al no poder atraparlas se subió en el sofá, se acercó un cojín y metió una patita por debajo y la otra por encima, recostó su cabeza y cerró los ojos sin dejar de pensar que esa noche había tenido la oportunidad de hacer realidad su sueño y no pudo, ya que el miedo le había impedido acercarse, oler y atrapar a las ratas. Y se quedó dormido un poco frustrado.

La señora Rita al ver que su gato estaba bien se marchó nuevamente a la cama y le dejó una lucecita encendida para que durmiera tranquilo.

Autora: María Abreu

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