domingo, 17 de junio de 2018

CUENTO CURALOTODO (FRAGMENTO)





¡[···] situaciones verdaderamente difíciles! ¡[···] o guerras absurdas por amor! [···] Confío en que todos los [···] que lean esta historia llegarán a encontrar [···] la bella muchacha  [···] que simboliza(n) la plenitud de cada uno; el final del proceso para llegar a ser [···] completo «aprovechando» este largo viaje por la Tierra.
Un día llegaron a la frontera entre dos países que desde hacía muchos años estaban en guerra. No resultaba fácil seguir el viaje porque había soldados por todas partes, pero pidió audiencia porque quería hablar con el soberano de aquel lugar.
Cuando estuvo ante el trono del rey se enteró de que ambos países luchaban porque sus reyes querían tomar por esposa a la misma doncella; estaban dispuestos a todo para conquistar su amor y ninguno de los dos quería ceder.
Entonces, quiso conocer a la muchacha a la que cortejaban.
–Se llama Aurora –le dijo el rey–, y vive en un palacio cerca del mar; ¡su belleza deslumbra incluso más que los rayos del sol y su corazón es tan bueno como bellos son sus ojos!
–Pero si ella es tan bella, si es tan bondadosa, seguro que nunca confiará su corazón a alguien que se dedica a pelear y que con su espada golpea y hiere. ¿No creéis, majestad?
–Bueno, bueno, quizás tengáis razón –dijo el soberano en voz baja.
Se fue más tarde a visitar al rey adversario y le habló de la misma manera. Las palabras resultaron tan convincentes que los dos reyes dejaron de guerrear y decidieron conquistar el corazón de la muchacha de otra forma.
En el viaje de regreso volvieron a pasar entre los dos reinos que antes se hacían la guerra y con alegría comprobaron que ahora todo estaba tranquilo y que la gente vivía en paz. Sin embargo le entró un gran deseo de conocer a la muchacha que había inflamado el corazón de los dos reyes. Buscó el palacio cerca del mar y cuando lo halló permaneció con su caballo bajo la ventana de la torre en espera de vislumbrar aquella beldad tan admirada.
Un poco más tarde, salió un sirviente del jardín del palacio y le pidió que entrara.
–Mi señora os espera –dijo.
Entró mientras su corazón palpitaba muy fuerte; cuando vio a la muchacha se enamoró perdidamente.
–Hacía mucho tiempo que quería conocer a quien trajo la paz a mi pueblo –dijo la joven–. Me gustaría agradecértelo y recompensarte. ¡Podría darte oro y plata en grandes cantidades!
–No necesito ni oro ni plata –contestó–. Acepta en tanto concederme tu mano.
Y mientras esto decía le ofreció la blanca flor de la campanilla de las nieves.
–Iré conmigo y seré tu esposa! –afirmó la muchacha.
Carmen Valontinotti, Cuentos curalotodo (Fiabe toccasana). Traducción de Carlos Martínez. Ediciones Obelisco.

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