sábado, 10 de octubre de 2015

LANDS OF LORE: THE KINGDOM OF EXTRAÑUS

Why not take another "avstickare" to another Land of Lore other than Dorne or the other parts of Westeros (which are to be crown jewels of this series of posts)? We're going off to the kingdom of Extrañus, a fortified realm chronicled by our good friend Gertrudis Segovia, where His Royal Majesty Serius III is troubled by the complete idleness of his sons Epifanio and Samuel, and has given a mission to make them feel entertained? We will witness Crown Prince Epifanio's discovery of the recipe against boredom, and how his brother Samuel does not find it, remaining pining in ennui.
And what is the recipe? Read to find out!



Al cabo de unos días detuviéronse los viajeros ante las murallas del reino de Extrañus. Los centinelas les negaron el paso. Según las instrucciones recibidas, Alejandro se adelantó, y en nombre de su grupo pidió ser presentado al Rey para obtener el permiso que le rehusaban. Accedió el centinela.

Introdujeron a los jóvenes en el salón del Trono, y S. M. Serius III, al enterarse de sus pretensiones respondió:
 -Tengo dos hijos tan perezosos que no hacen nada en todo el día. Mas no es esta sola mi desdicha. En mi reino no existe ni una persona que logre distraerlos y se pasan la vida aburridos desesperándome con sus caras tristes y sus ademanes lánguidos. Si conseguís corregirlos, os daré licencia para atravear mis dominios.

Alejandro entonces adelantóse y dijo: 
- Señor, consentid que vaya también mi primo Tulio, en tanto yo me ocupo de cumplir la condición impuesta. 
Conforme el Rey con lo propuesto por los jóvenes, puso en manos de Quiquiño al Príncipe Epifanio, y en las de Alejandro al Príncipe Samuel. Joaquinito salió aquella tarde, recorrió las tiendas de los principales libreros de la población y en pocos días arregló una escogida biblioteca amena e instructiva. 

Asi que todo estuvo preparado a su gusto, llamó a su discípulo y le dijo: 
-Señor, mi maestro el sabio Plausias, enseñóme una receta, la que no sólo cura el aburrimiento, sino que hace grandes príncipes, sabios y guerreros. Como ha pasado mucho tiempo desde que la aprendí, la he olvidado. Sé ciertamente que está en uno de estos libros (no recuerdo en cual de ellos), para encontrarla debéis leerlos uno por uno sin excepción, y seréis en el porvenir el mejor y el más amado de los Reyes. 
-Yo no tengo valor para repasar tanto volumen -respondió el Príncipe, y después de una ligera pausa añadió: - Búscamela tú. 
-La receta es una fórmula mágica y queda sin efecto si no la halla aquel a quien ha de favorecer. Callado quedó Epifanio. Dos fuerzas contrarias combatían en su alma. La pereza le aconsejaba que nada hiciese; el pundonor y el deseo de no dar pobre opinión de su persona al joven profesor le impulsaban a la obediencia. 
Quiquiño, con sus grandes ojos llenos de reproches, miraba fijamente al Príncipe, cual si quisiera comunicarle su energía. Al fin, éste avergonzado contestó de mala gana: 
-Haré lo que me ordenas. 
-¿Me juráis encerraros cuatro o cinco horas diarias en esta habitación y buscar lo que os he indicado? -Lo juro.


EN EL QUE EL PRÍNCIPE EPIFANIO ENCUENTRA LA RECETA CONTRA EL ABURRIMIENTO  

El camino era largo y difícil, y entre la ida y la vuelta transcurrieron más de cinco meses. 
El Rey Serius III recibió a nuestro héroe amablemente, diciéndole: 
Mi hijo no se aburre, está contento y toma
interés en muchas cosas del reino que antes no le
importaban; creo que al fin será mi digno sucesor.
(Como veis, niños míos, Serius no era modesto.) 
Epifanio, se arrojó muy alegre en brazos de Quiquiño y le habló así: 
-Al principio me costó mucho trabajo decidirme a abrir los libros; mas recordando mi juramento, logré vencerme y poco a poco fue interesándome lo que leía. Avergonzado por mi falta de instrucción, continué con verdadero gusto lo que empecé por compromiso. Aún no he hallado la receta; pero el caso es que ya no me aburro. 
-Sí la habéis encontrado, señor -replicó Joaquinito-la receta es esa: el trabajo y el estudio. A un tonto no le hubiera servido. Vuestra inteligencia sólo estaba dormida y se ha despertado. 
En ese momento aparecieron el Príncipe Samuel y Alejandro. El primero gritaba: -Déjame ... no sabes inventar nada nuevo. Me cansas -y volviéndole la espalda sentóse bostezando en un sofá. 
Alejandro bajó la cabeza abochornado. No habla discurrido para entretener a su discípulo más que juegos y farsas. Agotado el repertorio, los dos se fastidiaban soberanamente. 
Por muy divertidos que sean los juegos, cuando los niños son mayorcitos, si durante el día no se hace otra cosa, hay momentos (aunque lo dudéis, mis amados lectorcitos) en que llegan a cansar. 
S. M. Serius III exclamó:
-Tú, Joaquín de Mombón, triunfaste y saldrás honrosamente de mi reino, llevando salvoconducto para la vuelta. Pero el jefe de los otros no ha cumplido y todos quedarán prisioneros.
Nuestro amigo, siempre noble y generoso, olvidó las ofensas recibidas y pidió el perdón de sus enemigos. El Monarca, accediendo a tan vehemente súplica, lo concedió.

palabras al Principe Epifanio: "No puedo señalártelo, búscalo tú." 

En Extrañus, salió a recibirle el Príncipe Epifanio y le abrazó exclamando:
-Nunca olvidaré que te debo ser un hombre de provecho.
Y el Rey Serius III en Extrañus, colmó de regalos a Joaquinito, felicitándole por su merecida y buena fortuna.


The moral of the story of Extrañus is that proper busyness is the cure for boredom and idleness, a view also sustained by Gustavus Adolphus, who said that even needlework is less effete a pursuit than not doing anything. And thus, this mortal enemy of idleness (as mortal as of Catholic fanaticism) let his officers do their own lace on their collars and cuffs and to mend their torn uniforms themselves, teaching those who had not learned the noble art of needlework.


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