El cuento que no quería escribirse. Un cuento contra la frustración
Un bonito cuento que habla sobre qué hacer cuando algo no sale como nosotros esperábamos
A menudo la gente se empeña en que las cosas sean como las han imaginado, y cuando no lo son les da una pataleta, y no ven alternativas. El cuento que no quería escribirse es la historia de una niña que quería escribir un cuento pero no podía. ¿Qué pasará al final?, ¿podrá tener su cuento? Te contamos este cuento contra la frustración.
Cuento sobre la frustración - El cuento que no quería escribirse
El papel estaba en blanco. Savannah debía escribir un cuento para su clase de Lengua, pero el lápiz no se dejaba agarrar. Este bailaba sobre la mesa junto a las pinturas de colores. Era tal la fiesta que al color amarillo le dio un ataque de risa y acabó caído en el suelo. A la pequeña niña no le quedó más remedio que unirse al baile. Cuando sonaba un vals, Savannah consiguió engañar al lápiz y al fin pudo dominarlo.
Sobre el papel escribió 'Érase una vez', pero las letras desaparecían al instante. Probó entonces con 'Había una vez' y el resultado fue el mismo. Savannah lo intentó de muchas maneras y para ello no dejó fórmula sin probar: 'En un lugar muy lejano', 'En el antiguo reino'? pero nada funcionaba.
Como no se daba por vencida decidió empezar el cuento por el final. Y así, con mucho cuidado y bien despacito, escribió 'Colorín colorado, este cuento se ha acabado'. Apenas duraron unos minutos las palabras en el papel. Estas acabaron estallando en unos coloridos fuegos artificiales.
Savannah no estaba consiguiendo escribir su cuento, pero tenía que reconocer que se lo estaba pasando muy bien. La mesa de estudio parecía el escenario de un gran espectáculo. Así que decidió dejarse llevar y unirse a la fiesta. Jugó con todas las pinturas, cantó con el lápiz e hizo un vestido para su muñeca con los papeles.
Al día siguiente, entró en la clase de Lengua con la cabeza bien alta. Aunque no llevaba el cuento escrito como el resto de sus compañeros no estaba preocupada. Había aprendido que a veces aunque se intentan hacer bien las cosas estas no salen como las habíamos pensado. Lo importante era haberlo intentado y haber buscado una solución alternativa. Así, cuando la profesora le pidió su cuento, Savannah le explicó los problemas que había tenido para escribirlo. Sin embargo, su cuento estaba en su cabeza y acudió a la tradición oral para narrarlo en voz alta a sus amigos.
La fiesta de cumpleaños
Martina espera la llegada de su cumpleaños todos los años con gran entusiasmo. Es una cita imprescindible en su calendario, porque significa que habrá una gran fiesta con amigos, familia, comida deliciosa y por supuesto, regalos.
Así que Martina cuenta los días para la esperada celebración; todo está preparado, pensado y organizado. Pero cuando llega el día de su fiesta, lo único que Martina no ha podido prever... es que llueve y tendrán que quedarse en casa en lugar de ir al parque.
A partir de ahí todo empieza a ir mal. La mala suerte parece haberse empeñado en que Martina no pueda celebrar el cumpleaños que tanto deseaba y nada sale como ella esperaba. Sus tíos no pueden venir, la tarta se cae al suelo y el hámster se escapa por el suelo del comedor haciendo que los invitados lancen los regalos por los aires...y Martina acaba encerrada en su habitación, llorando.
Martina no se puede creer que aquello le esté pasando a ella; es injusto que una niña no pueda celebrar su cumpleaños. Por suerte, su madre ve las cosas de otra manera. A pesar de todos los imprevistos, su madre parece feliz de poder celebrar ese día con la gente que quiere. Después de ese día, Martina aprenderá la importancia de tolerar la frustración, no darle demasiada importancia a las cosas que no salen como nos gustaría y sobre todo, a disfrutar del momento.
.......................
Con sarcasmo e ironía, el poeta británico victoriano A.E. (Alfred Edward) Housman nos aconseja prepararnos para un mundo que puede contener “mucho bien, pero aún mucho más mal”. Las soluciones escapistas como la embriaguez ofrecen sólo respuestas falsas e ilusorias. La mejor baza, según Housman, es “entrenarse para lo adverso, no para lo que irá bien”, por ende, armarse contra todas las injusticias que la vida nos brinda. Como modelo nos sugiere a un rey que se hizo inmune a los venenos tomando pequeñas dosis cada día (en la vida real, se puede desarrollar literalmente tolerancia al arsénico, como en El nombre de la rosa o La princesa prometida). Hay algo de cinismo en el poema, pero también hay una buena y dura verdad: hemos de practicar preparándonos para todas las adversidades de la vida.
Para alguien del eneatipo 7, es una dura prueba pero un poema muy sabio y un espejo que nos dice cómo hemos de afrontar los contratiempos: hemos de aprender a “tolerar el arsénico” de las experiencias adversas y de las emociones negativas.
TERENCE, ESTO SON ESTUPIDECES…
de A.E. Housman
Traducción libre de Sandra Dermark
el 9 de junio de MMXXII
“Terence, esto son estupideces:
devoras tus alimentos bastantes veces…
No hay nada raro en ti, está bien claro
por cómo vas tus birras empinando…
Pero… ¡cielos! Compones versos…
¡los más dolorosos del universo!
La vaca, la vieja vaca, está muerta:
descansa bien, la astada tuerta.
¡Pobres diablos! Ahora es nuestra suerte
de escuchar los versos que le dieron muerte.
Hermoso gesto de amistad
a tus colegas con versos matar
de malvada mortal melancolía…
¡Venga, toca algo con garbo y alegría!”
Si es garbo y danza lo que usted prefiere,
hay instrumentos más que el verso alegres…
¿Por qué cultivan lúpulo en el campo?
¿Para qué se fundó La Cruz del Campo?
Nobles de este país destilan licor
más alegre que las Musas y que el petricor.
Birra, hijo, birra es lo que hay que tomar
si te duele o te hace sufrir pensar.
Mira hasta el fondo de la lata
para ver el mundo como no es, papanatas.
Y, créeme, es placentero hasta que pasa:
en el que tiene fin está la guasa.
A la feria un sábado de tarde me marché,
y allí la corbata quién sabe dónde extravié,
y llevé de vuelta a casa, dando botes y brincos,
en mi interior de birra pintas y tercios y quintos,
y el mundo era nada de espinas, todo pétalos de rosa,
y yo era la persona más competente y hermosa,
y en la preciosa y sucia acequia me acosté…
feliz hasta que me desperté…
Entonces vi que el mundo era el mismo de siempre,
y yo la misma persona de siempre,
aunque toda mi ropa
iba de rocío hecha una sopa…
y nada más quedaba en esta vida
que volver a la casilla de salida.
Por esto, ya que en este mundo hay
mucho bien, pero aún más mal,
y, mientras duren el sol y la luna,
casual es la buena, segura la adversa fortuna,
como los sabios a esto enfréntate,
y entrénate para lo adverso, no para lo que irá bien.
Verdad que estos consejos que se ofrecen
no son como la cerveza tan alegres:
del tallo de la experiencia, que marcó mi mano,
los exprimí en un paraje hastiado:
mas son para vosotros: si el sabor es fuerte,
mejor en la hora de la adversa suerte.
Harán bien a la mente y al corazón
cuando la vida no muestre compasión,
y con vosotros trabaré amistad
en cualquier día oscuro, nublado, de tempestad.
Érase en el lejano Oriente un rey
y allí, en los festines, de vida es ley
que los monarcas ingieran, antes de haberlo pensado,
su porción de alimento envenenado.
Él tomó primero un poco, y luego más,
y probó todo lo que le pudiera matar.
Y alegre, sonriendo, experimentado, feliz,
estaba sentado el rey a la hora de los brindis.
Si le ponían arsénico en el vino al escanciar,
temblaban al verle la copa hasta el fondo apurar,
pálidos como sus camisas, mirando fijamente:
su propio veneno había hecho efecto en ellos, era evidente.
Yo reescribo el relato que una vez pude escuchar
y sé que aquel sabio monarca murió de avanzada edad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario