jueves, 24 de agosto de 2023

EL COLEGIO CATÓLICO DE LOS HORRORES

 De niña era muy, MUY asustadiza. Y a las seis primaveras quiso mi familia materna que hiciera la Primaria en el colegio de las Carmelitas de Castellón. Craso error. Sólo duré septiembre, y en octubre estaba en el CAU, una escuela de autismo secular y mucho más libre de iconografía sagrada. No era sólo por las huchas del DOMUND que parecían cabezas cortadas en tierras extrañas. Había también en el comedor un cuadro de la Última Cena de estilo románico con los personajes de cara de bombilla y ojos saltones como los marcianos de Mars Attacks!, una película cuyos extraterrestres me aterrorizaban. No quería comer en el comedor y no podía comer en casa porque mi mamá trabajaba de camarera. Así que comía en el despacho de la directora.

Pero no era solo eso. También había unas monjas en el colegio que me helaban la sangre. Nada más entrar, te encontrabas con una imagen de una monja con la boca muy roja inclinada sobre una colegiala con un uniforme de época, un pichi azul cobalto:

Parece que vaya a ganarse su confianza para chuparle toda la sangre.

Y, en la capilla del colegio, hay unos cuadros de Albert Guallart, gran artista de la provincia, sobre unas monjas cuidando de enfermos y heridos durante las Guerras Napoleónicas. Lo malo es que los rostros y los hábitos de las monjas las hacen parecer fantasmas:

Ya ves por qué tuve y aún tengo pesadillas de este colegio (además de las huchas del DOMUND)

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