miércoles, 14 de junio de 2023

EL DULCE SABOR DEL RACISMO

Hubo una época no muy lejana (los años noventa, para más señas), cuando no había Conguitos blancos en absoluto, y todos los oscuros Conguitos que existían eran más tribales y guerreros, ataviados con faldas de flecos, armados con lanzas de sílex y provistos de marcados labios rojos:



Gracias a algo llamado "corrección política", esos Conguitos de antaño son historia. Desde que surgieron los Conguitos blancos en la primera década del nuevo milenio, se ha dado un giro copernicano a la marca: ahora todos los Conguitos vienen en son de paz (sin lanzas), carecen de labios rojos y van al parecer desnudos, sin las faldas de flecos:



La publicidad de chocolate y de cacao, tanto por su color como por tratarse de un producto históricamente colonial, se ha prestado en el siglo pasado a anuncios que en la actualidad tildaríamos de racistas, ya ligeramente, ya totalmente desarrollando estereotipos racistas. Preguntadles a vuestros padres o madres por la canción del negrito del Cola-Cao que salía en la tele en su niñez (y, si son demasiado jóvenes, a vuestros abuelos):



A pesar de que el negrito desapareció de la tele, siguió apareciendo en el tarro de Cola-Cao durante décadas, más estilizado...



... hasta la primera década del nuevo milenio, cuando, en aras de la corrección política, fue reemplazado por los alienígenas Kao-Kao, que personificaban los nutrientes del producto (Ferki, el hierro; Fosfik, el fósforo; Akinha, la vitamina A... ).



El discurso racista puede limitarse también a un único ingrediente del producto. Entre "nata Made in Vaca" y "fresas del bosque de Caperucita" muy inocentes que atraen a toda la familia, la agencia publicitaria que introdujo el helado de palo italiano Doctor Strabik en España para Frigo (de su marca hermana en Italia Algida, bajo el sello Eldorado) a principios de los noventa (como el Frigurón, sólo duró un par de veranos) describió su cobertura de chocolate de una forma que hoy en día sería totalmente inaceptable; "De crrrrrrrujiente chocolate negro Bwana". Negro BWANA. "Bwana" es un vocativo en suajili que literalmente quiere decir "amo" o "señor". La palabreja de marras ganó tracción en Occidente con las películas de aventuras en la selva, tipo Mogambo o las de Tarzán, donde los sirvientes africanos suelen tratar de "bwana" a sus amos blancos constantemente.



Pero no está confinada a nuestro país de Sagitario esta costumbre de la publicidad de chocolate histórica racista. En alemán "Mohr" es literalmente tanto "moro" como "negro" (se dice, por ejemplo, del Otelo de Shakespeare). La marca alemana de chocolate Sarotti tuvo clásicamente a un pequeño moro negro, con turbante, babuchas y los labios muy rojos ("der Sarotti-Mohr"), como mascota y para atraer a los niños, en anuncios animados, como muñeco, etcétera...



El personaje existe hoy en día aún, salvo que es un pequeño mago oriental de tez dorada, con el mismo traje islámico ("der Sarotti-Magier"), que está presente en todas las estrategias publicitarias ya existentes además de en Internet y en los medios sociales. Simplemente le han cambiado el color de la piel y el grosor de los labios:



En la vecina Austria existe un postre conocido como "Mohr im Hemd" ("moro encamisado"), un pudin de chocolate y almendras cocinado al baño María (como un pudin navideño británico). En el 2009, la empresa heladera austríaca Eskimo, que forma parte de Heartbrand junto con Frigo (y Algida en Italia [también en Hungría, Croacia, Serbia, Grecia, Chipre y otros países], Langnese en Alemania, GB Glace en Suecia, Olá en Portugal, Frisko en Dinamarca, Wall's en Reino Unido [también en Corea, Japón y otros países], Streets en Australia y Nueva Zelanda, y otras heladeras) lanzó un helado en pinta Cremissimo con sabor Mohr im Hemd con el eslógan "I will Mohr" (juego de palabras con el inglés "I will/want more," "quiero más", dado que "more" ["más"] se pronuncia igual que "Mohr"). Los medios austríacos tacharon enseguida el eslógan de racista. Por cierto, el nombre del pudin se está convirtiendo en un arcaísmo, puesto que cada vez menos restaurantes lo ponen como "Mohr im Hemd" en el menú y, en cambio, describen el postre, por ejemplo, como "Schoko-Nuss-Kuchen mit Schlag" (literalmente: pastel de chocolate y frutos secos con nata montada).

Pudin "Schoko-Nuss-Kuchen mit Schlag", antes "Mohr im Hemd"


"I will Mohr!" Helado Cremissimo de Eskimo sabor Mohr im Hemd

Un dulce que no muchos españoles aprecian pero que muchos adoran en Alemania y en los países nórdicos es el regaliz. No hace falta salir de Europa para conseguirlo, pero su color ya da una buena pista de que también su publicidad ha conllevado polémicas racistas. GB Glace, la empresa heladera sueca de Heartbrand (hermana de Frigo y de otras muchas heladeras internacionales que ya se han mencionado aquí arriba), lanzó en exclusiva para Suecia en 2005 un helado de palo con cobertura y relleno de regaliz salado (una delicia en Suecia), y encima mediante una campaña publicitaria con una estética "callejera", con rap en los anuncios y tipografía similar al grafiti. La gota que colmó el vaso era el nombre del helado en cuestión: Nogger Black. NOGGER BLACK, a una letra de Nigger Black. El helado sólo duró dos veranos y se retiró del mercado en 2007, tras protestas del Centro Sueco contra el Racismo.






Pero los suecos tampoco estaban en contra del chocolate racista antes de la corrección política. Estas delicias esféricas del tamaño de pelotas de ping-pong se llamaron en su día "negerbollar" (bolas de negro"); en la actualidad, son conocidas como "chokladbollar" (bolas de chocolate) o "kokosbollar" (bolas de coco). Ay, la corrección política...



Para finalizar este recorrido por la historia racista de los dulces y de los helados, volvamos a la España de los años noventa. Allí, la marca Camy lanzó un helado mucho, mucho más blanco... De hecho, color blanco HUESO y con una forma acorde. Este sorbete de limón con aspecto de fémur estaba atravesado por el palo en sentido longitudinal y se comía agarrándolo con una mano por cada extremo. Igual que lo haría un bárbaro, un vikingo o un caníbal royendo un hueso de verdad. El problema yace en que la refrescante delicia se llamaba KANÍBAL, escrito con K para parecer más salvaje, y encima en una tipografía de fémures, y en el envoltorio se veía a un africano con gruesos labios rojos, un húmero en la coleta y desnudo excepto por una falda de flecos (vamos, semidesnudo).
Hoy en día, esta helada delicia no podría, a diferencia del Frigurón, resucitar en un verano del futuro. Aunque cabe admitir que la canción del anuncio era pegadiza:


"KANÍBAL es de Camy...


...y se come así..."

"Jarl!" (Sí, Chiquito de la Calzada decía "jarl", o eso parecía, al final de los anuncios de Camy)









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