LA REINA DE LAS NIEVES – 4º EPISODIO (abreviado)
Versión de Mil Años de Cuentos, tomo 1/Mille ans de contes, tome 1 (editorial Edelvives / éd. Milan en France)
Adaptación de un autor francés desconocido hasta la fecha (texto origen en francés)
Traducción de Gerard Jacas
… Bien podría tratarse de …, pero, en todo caso, … ha reemplazado por una princesa.
¿Por una princesa?
¡Pues, sí! … lo explicaré. Tengo una novia … que se mueve libremente por el palacio. Fue ella quien me dijo lo que … voy a contar. Nuestra princesa, que es muy inteligente, decidió casarse con un hombre que supiera conversar con ella. Hizo publicar un edicto y, enseguida, un enjambre de pretendientes llegó al palacio. Todos hablaban muy bien antes de entrar, pero, cuando traspasaban la puerta y veían la guardia uniformada con ribetes de plata, los lacayos con sus trajes bordados en oro y los inmensos salones iluminados, se quedaban perplejos. Permanecían inmóviles ante el trono de la princesa, repitiendo las últimas palabras que ella había pronunciado.
Al tercer día, llegó un pequeño personaje, sin carruaje y sin caballo, que andaba con paso firme. Sus ojos brillaban …, tenía un pelo largo precioso, pero sus ropas parecían las de un pordiosero.
Estaba muy seguro de sí mismo, pero no vino al palacio como pretendiente, sino para comprobar la inteligencia de la princesa, y al verse se gustaron mutuamente.
—… ¿… conducirás a ese palacio?
… A continuación, … condujo al palacio precisamente cuando las luces se iban apagando unas tras otras. Entraron por una puerta trasera y subieron por la escalera. … La novia … los condujo, a través de enormes salas y pasillos, al dormitorio. El techo parecía una gran palmera con ramas de cristal. En medio de la habitación había dos camas que parecían lirios. Una era blanca y en ella estaba acostada la princesa, la otra era roja y era allí donde …. Apartó uno de los rojos pétalos y apareció una nuca morena…
…
El joven que allí dormía volvió entonces la cabeza y… …
… y les contó … historia.
—¡Pobrecita! —exclamaron el príncipe y la princesa.
… acostaron en la cama y, a la mañana siguiente, … invitaron a quedarse en el palacio para que viviera feliz y contenta.
Pero … sólo pidió un carruaje con caballos, un par de botas y un manguito para marchar otra vez a la búsqueda …. … regalaron un bonito vestido, un par de botas y un manguito, e hicieron preparar una carroza de oro con su cochero y algunos criados. Después, el príncipe y la princesa … desearon buena suerte. … un trecho … mientras la carroza, que brillaba con la luz del sol, se perdía a lo lejos…
Corrían por un espeso bosque cuando unos bandidos los abordaron, mientras gritaban:
—¡Oro! ¡Es oro!
Sujetaron los caballos para que no huyeran, mataron al cochero y a los criados y sacaron del carruaje …
…
Y añadió:
—Quiero subir a la carroza.
Siempre solía hacer su voluntad. Subió … y se adentraron en el bosque hasta llegar a un viejo castillo. Era la guarida de los bandidos. Entraron en una gran sala, ennegrecida por el humo, donde ardía un gran fuego; había un caldero con sopa hirviendo y unos conejos que daban vueltas en la asadera.
(En esta versión abreviada, no se explica al final —muy abreviado; de hecho parece que los dos chicos vuelvan derechos a casa desde el palacio de hielo— que uno de los caballos de la carroza está en posesión de la muchacha bandida como su montura, ni que el príncipe y la princesa se han marchado a tierras extrañas de luna de miel.)
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